Ha llegado la hora. He de confesaros una de mis mayores debilidades: amo la publicidad por encima de todas las cosas. Esto no significa que mi mayor afición sea
zapear buscando los cortes publicitarios de cada cadena (que, con lo largos que son, se me acabarían solapando), mientras combino la lectura del último catálogo de Carrefour con una mirada a los anuncios por palabras de cualquier periódico.
La publicidad es un mal necesario, que nos inunda de manera apabullante, habiendo ya atravesado el umbral de lo soportable hace mucho tiempo. Pero, en determinadas ocasiones, entre todo ese océano de promociones, ofertas, spam, panfletos y propaganda barata, se izan algunas joyas que te hacen olvidar la mediocridad a la que asociamos este género.
Me refiero a la buena publicidad y, en este caso, a la publicidad audiovisual. Pequeñas pero verdaderas obras de arte que consiguen
rozar la perfección en 90". Hay anuncios que logran despertar más sensaciones que muchos largometrajes.
Hacer una pequeña selección implica dejar fuera muchas piezas de gran calidad, pero es inevitable. Queden estos anuncios como una pequeña muestra de lo realmente grande que puede llegar a ser la publicidad.
El anuncio
más grande de la historia.
Dos anuncios realmente conmovedores.
Melodías absurdamente pegadizas. La
divertida serie de
get a mac. El
fútbol es buena
cuna de spots, y
nike es una de esas
marcas que
cuida su publicidad. Los hay
censurados por las causas más
estúpidas. El Mundo ha seleccionado algunos, de los que me quedo
con estos tres. Otros
molones de
Audi. Slogans
grabados a
fuego. Los anuncios de Sony Bravia merecen mención aparte:
pelotas,
pintura y
conejos.
Que los dioses del márketing me perdonen por tantas y tan importantes ausencias.
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